Herencia lingüística y herencia genética: no siempre coindicen

Por Juan F. Trillo para Mapping Ignorance.

La cuestión de hasta qué punto existe una relación directa entre el idioma hablado por una población concreta y su herencia genética ha venido generando controversia desde hace algún tiempo, debido sobre todo a que quienes defienden posturas contrarias disponen de abundantes ejemplos que sostienen sus particulares tesis. Y lo cierto es que resulta tentador equiparar el acerbo genético de un pueblo con su lengua vernácula, de hecho fue el propio Darwin uno de los primeros en señalarlo así, en su conocido On the Origin of the Species. Estudios más recientes, como el de Cavalli-Sforza y el de Sokal a finales del siglo pasado parecían confirmar esta idea. En principio, la dispersión de grupos humanos dedicados a la agricultura, que tuvo lugar entre 9.000 y 8.000 años a.C. en el período Holoceno, habría dado lugar a las principales familias lingüísticas de hoy en día, que a su vez mantendrían estrechos vínculos genéticos. Esta ha sido la ortodoxia hasta hace muy poco, ortodoxia que desechaba aquellos casos en los que no se producía dicha coincidencia, considerándolos como meras excepciones a la regla.

Sin embargo, otros trabajos, como el de Lyle Campbell, de la Universidad de Hawái en 2015, advertían de la tendencia a buscar un paralelismo entre la transmisión lingüística y genética a lo largo del tiempo. En sus conclusiones, Campbell recomendaba “evitar hipótesis filogenéticas lingüísticas no fundamentadas. Los intentos de encontrar correlaciones genéticas humanas con entidades lingüísticas conocidas (al menos por la mayoría de los lingüistas), pero que no están bien fundamentadas no producirán resultados útiles..”

Por un lado, la hipótesis comúnmente aceptada dice ―y en la mayoría de los casos así sucede― que quienes hablan un mismo idioma comparten una misma herencia genética. Pero, en la práctica, no siempre sucede así y al efecto de disponer de una base de datos amplia y precisa que permita rastrear el origen y las causas de estas divergencias, un equipo interdisciplinario de la Universidad de Zurich, en colaboración con el Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology in Leipzig, Alemania, ha diseñado una base de datos genómica que permitirá establecer una comparación fiable entre las herencias genética y lingüística. Esa base de datos ha recibido el nombre de GeLaTo (Genes and Language Together) y acumula información de 4.030 individuos, que a su vez representan a 397 poblaciones genéticas (grupos poblacionales con un mínimo de 5 individuos) y a 295 lenguas diferentes (la relación lingüística se ha basado en la clasificación Glottolog). Chiara Barbieri, genetista de la Universidad de Zurich y una de las directoras del estudio, asegura que se ha prestado una atención especial aquellos casos en los que el patrón lingüístico-genético se desvía de la norma, estudiando dónde y con qué frecuencia suceden estos desajustes, al efecto de determinar la forma en que lenguajes y poblaciones se diseminaron por todo el mundo.

Los resultados de dicho estudio permiten afirmar que, si bien en un elevado porcentaje de casos las herencias genética y lingüística coinciden, las excepciones pueden alcanzar hasta el 20%. Muchas de estas excepciones se producen en aquellos casos en los que un colectivo que comparte herencia genética ha absorbido el lenguaje de las poblaciones vecinas, como ocurre, por ejemplo, en los Andes entre hablantes de Quechua que residen a diferentes altitudes o entre los Damara, de Namibia, relacionados genéticamente con la etnia Bantu, pero hablantes de Khoe, un lenguaje propio de grupos de la zona alejados genéticamente. En ciertas ocasiones, grupos de migrantes absorben el idioma local, como ha sido el caso de la población judía de Georgia, que ha asimilado el lenguaje hablado en el sur del Cáucaso, mientras que los judíos Cochin de la India, con quienes comparten rasgos genéticos, hablan dravidiano. Estas excepciones muestran que ciertos grupos humanos poseen rasgos genéticos de pueblos con los que no comparten la tradición lingüística, como sucede, por ejemplo, con los hablantes de húngaro, relacionados genéticamente con las poblaciones vecinas, pero vinculados lingüísticamente a grupos étnicos de Siberia.

En esencia, la base de datos GeLaTo, permite una verificación de la idea darwiniana de que la filogénesis y el lenguaje de un pueblo coinciden y, si bien es cierto que está lejos de cubrir a toda la población mundial, también lo es que su tamaño es tal que permite observar ciertos patrones de gran interés. Por el momento, GeLaTo revela que los desajustes mencionados no son algo excepcional, como se creía hace solo unas pocas décadas, sino fenómenos que ocurren con regularidad a lo largo de la historia. Y, por supuesto, como era de esperar, cuando aparecen, suele tratarse de casos en los que un grupo humano que se ha desplazado geográficamente adopta el lenguaje de sus nuevos vecinos, aun cuando estos sean genéticamente distantes. La principal razón para estos cambios lingüísticos es bien conocida desde tiempo atrás: la necesidad de adaptarse a un entorno cultural y políticamente dominante. Por el contrario, la situación inversa ―esto es, asimilación genética, pero manteniendo la herencia lingüística― es mucho más inusual.

Un dato especialmente interesante es la duración temporal de este proceso, que, hasta épocas recientes, solía abarcar varias generaciones, sin embargo la actual y creciente movilidad mundial nos sitúa ante posibilidades igualmente interesantes: o bien la asimilación lingüística va acompañada de su integración genética, o bien se mantiene la primera pero no la segunda, en cuyo caso nos encontraríamos ante una asimilación cultural de la población recién llegada, pero conservando su identidad genética. Las otras dos opciones ―no asimilación lingüística y sí genética; y ninguna de las dos― son, como ya hemos dicho, mucho más infrecuentes, en especial esta última.

 Se trata de un campo extenso de investigación antropológica que, dado que está desarrollándose ahora mismo, deberá ser estudiado con mayor detenimiento en un futuro inmediato. Igualmente, el incremento de la información contenida en GeLaTo puede contribuir significativamente a obtener una idea más clara de la trayectoria demográfica y cultural que está siguiendo la población a nivel mundial. Tal y como Campbell proponía, el estudio de la relación entre ambas herencias debe ser una oportunidad para la colaboración de genetistas y lingüistas, en la búsqueda de una mejor comprensión de las dinámicas que regulan la interacción entre sociedades y la transmisión lingüística.

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A global analysis of matches and mismatches between human genetic and linguistic histories.”, by Chiara Barbieri, Damián E. Basi, Epifanía Arango-Isaza, Alexandros G. Sotiropoulos, Harald Hammarström, Soren Wichmann, Simon J. Greenhill, Russell D. Gray, Robert Forkel, Balthasar Bickel, and Kentaro K. Shimizu. DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.2122084119  

Do Languages and Genes Correlate?”, by Lyle Campbell. DOI: http://dx.doi.org/10.1163/22105832-00502007

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