Lectura por placer: tan buena como esperábamos

Por una vez, y sin que sirva de precedente, algo placentero es igualmente beneficioso para nuestra formación. La reseña del estudio científico que lo corrobora para la revista Mapping Ignorance.

A menudo la ciencia termina confirmando lo que siempre hemos sabido ―o al menos sospechado― mediante investigaciones cuyos resultados se alinean con lo que la intuición nos sugiere. Es el caso de la lectura en los más jóvenes, cuyos efectos beneficiosos acaban de ser puestos de manifiesto en un ensayo publicado en Psychological Medicine.  Se trata de una cuestión que viene recibiendo atención de la comunidad científica desde hace algún tiempo, por lo que este trabajo  de Yun-Jun Sun et al. (2003) es un estudio meta-analítico que recoge anteriores investigaciones y extrae conclusiones del conjunto. Los resultados, si bien previsibles, no son por ello de menor importancia, pues toda evidencia científica que respalde el impulso a los hábitos de lectura temprana son siempre bienvenidos.

El acto de leer requiere el aprendizaje previo de una serie de reglas que permitirán interpretar los signos escritos y cuya destreza se va adquiriendo a lo largo del tiempo, mediante la práctica continuada (Seymour, Aro, & Erskine, 2003), hasta convertirlo en algo que se realiza de forma natural y sin un esfuerzo consciente. Dado que en los niños el aprendizaje y el juego están estrechamente unidos (Palagi, Stanyon, & Demuru, 2015), es fácil estimular en ellos este hábito a través de textos ilustrados e interactivos que convierten la lectura en una diversión, en un acto placentero cuyos beneficios se irán percibiendo con el paso de los años. De hecho, cualquier actividad en la que intervenga el uso del lenguaje termina por dar sus frutos, incluso aunque sea de manera pasiva, como es el caso de los audio libros para niños (Montag, Jones, & Smith, 2015).

La clave reside en la bien conocida plasticidad del cerebro humano durante la infancia, lo que permite influir de manera positiva en el desarrollo de unos procesos cognitivos adecuados (Black et al., 2017; Klingberg, 2014; Shonkoff et al., 2012) que más tarde, durante la adolescencia y la madurez, se traducirán, entre otros beneficios, en una mayor resiliencia al estrés (Beddington et al. 2008).

Los investigadores de este estudio hicieron uso de la extensa base de datos acumulada por el proyecto ABCD entre  adolescentes estadounidenses de 9 a 13 años de edad, pero dado que la mayoría de los participantes superaban los 10 años, decidieron utilizar la denominación de “jóvenes adolescentes” para referirse a ellos.

Es interesante señalar que ABCD Study ® es un proyecto de investigación a largo plazo que empezó recopilando datos en 2017 y que busca estudiar y comprender la forma en que el cerebro se desarrolla y cambia durante la adolescencia, así como los distintos factores que afectan a este proceso. El grupo de participantes estaba formado por más de 10.000 niños, de entre 9 y 10 años de edad al empezar el estudio, procedentes de 21 puntos distintos de los Estados Unidos. Entre los elementos medidos se encuentra el desarrollo cerebral, cognitivo, social, emocional y físico, así como el estudio de factores genéticos y medioambientales que puedan influir en dicho desarrollo.

Con respecto al elemento estudiado, la lectura por placer (RfP) en los niños y sus efectos en la adolescencia temprana, la información proviene no solo de los propios participantes, sino también de sus padres, quienes proporcionaron datos acerca de cuántos años llevaban sus hijos leyendo por placer o cuántas horas dedicaban a la semana a esta actividad. Por otro lado, la información obtenida procedente de ABCD fue cruzada con los datos disponibles en el National Institute of Health (NIH) para establecer la aparición de síntomas psicopatológicos y disfunciones cognitivas. Así mismo, fueron analizadas neuroimágenes de alta resolución proporcionadas por ABCD, que habían sido obtenidas mediante escaneado y resonancia magnética y que permitieron determinar el desarrollo de las regiones corticales (148) y subcorticales (40). Las imágenes mostraban un ligero aumento del volumen cerebral total, así como del volumen intracraneal asociados al RfP en los jóvenes adolescentes. 

Del total de los participantes en el estudio, un 48,2% nunca había RfP o habían empezado considerablemente más tarde, mientras que el resto mostraban elevados niveles de RfP (entre 3 y 10 años). Como era de esperar, en el segundo grupo se reveló una correlación inversa entre RfP y tiempo empleado en el uso de pantallas electrónicas; cuanto más tiempo pasaban los niños leyendo por placer, menos tiempo invertían en artilugios electrónicos (móviles, tabletas, TV) y, esto es interesante, más tiempo pasaban durmiendo. Además, en los test de evaluación cognitiva mostraban puntaciones más elevadas que entre la población de jóvenes adolescentes en general, una mayor capacidad de aprendizaje verbal, mejor memoria a corto plazo, mejor desarrollo del habla y mejores resultados académicos. Por otro lado, existe una correlación negativa entre RfP y desórdenes mentales en la adolescencia; a mayor tiempo leyendo por placer, menores síntomas psicopatológicos.

Fuente: Canva Image Generator

Adicionalmente, es posible encontrar toda una serie de efectos beneficiosos asociados a RfP: menor agresividad, menor tendencia a quebrantar las reglas, disminución del estrés, así como un menor índice de problemas sociales e incidencia de episodios depresivos.

En cuanto a la duración óptima de RfP, a partir de los datos disponibles se puede establecer en unas 12 horas por semana aproximadamente. Mientras que un aumento de dicha cantidad no se traducía en beneficios significativos, llevaba en cambio asociado un comportamiento excesivamente sedentario y una disminución del tiempo dedicado a otras ocupaciones cognitivamente enriquecedoras, como la práctica deportiva y actividades sociales en general. Por otro lado, una reducción de esas 12 horas semanales óptimas se asociaba a un progresivo descenso en el aspecto cognitivo. La conclusión general apunta a la conveniencia de un estímulo responsable por parte de padres y educadores para que los niños dediquen tiempo a la lectura por placer. El resultado se traducirá en adultos más creativos, empáticos, con un menor nivel de estrés y con una mejor perspectiva de bienestar vital.

Los investigadores concluyen su estudio destacando sus puntos fuertes, tales como el tamaño de la muestra poblacional sobre la que han trabajado, el diseño longitudinal que les ha permitido estudiar la evolución de los participantes al cabo de dos años, la disponibilidad de información relativa a la herencia genética y del medio ambiente y el uso del análisis de aleatorización mendeliana para extraer conclusiones. En cuanto a futuros estudios en esta misma línea, destacan la posibilidad de llevar a cabo una observación de los efectos del RfP en la adolescencia tardía y en jóvenes adultos.

Como decíamos al principio, los resultados constatan que los efectos de la lectura por placer son tan buenos como se podría esperar, y, por una vez contradicen el famoso dicho popular que asegura que “no pain, no gain”, pues en este caso es justo lo contrario.

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Source:

Sun Y-J et al (2023). Early initiated childhood reading for pleasure: associations with better cognitive performance, mental well-being and brain structure in young adolescence. Psychological Medicine 1–15. https://doi.org/10.1017/S0033291723001381

References:

Beddington, J., Cooper, C. L., Field, J., Goswami, U., Huppert, F. A., Jenkins, R., … Thomas, S. M. (2008). The mental wealth of nations. Nature, 455 (7216), 1057–1060. https://doi.org/10.1038/4551057a

Black, M. M., Walker, S. P., Fernald, L. C. H., Andersen, C. T., DiGirolamo, A. M., Lu, C. L., … Series, L. E. C. D. (2017). Early childhood development coming of age: Science through the life course. The Lancet, 389(10064), 77–90. https://doi.org/10.1016/s0140-6736(16)31389-7

Klingberg, T. (2014). Childhood cognitive development as a skill. Trends in Cognitive Sciences, 18(11), 573–579. https://doi.org/10.1016/j.tics.2014.06.007

Montag, J. L., Jones, M. N., & Smith, L. B. (2015). The words children hear: Picture books and the statistics for language learning. Psychological Science, 26(9), 1489–1496. https://doi.org/10.1177/0956797615594361

Palagi, E., Stanyon, R., & Demuru, E. (2015). Play to learn, teach by play. Behavioral and Brain Sciences, 38, e53. https://doi.org/10.1017/S0140525X14000557 

Seymour, P. H., Aro, M., & Erskine, J. M. (2003). Foundation literacy acquisition in European orthographies. British Journal of Psychology, 94(Pt 2), 143–174. https://doi.org/10.1348/000712603321661859

Shonkoff, J. P., Garner, A. S., Committee on Psychosocial Aspects of, C., Family, H., Committee on Early Childhood, A., Dependent, C., … Behavioral, P. (2012). The lifelong effects of early childhood adversity and toxic stress. Pediatrics, 129(1), e232–e246. https://doi.org/10.1542/peds.2011-2663

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