Pues sí, todos usamos “this” y “that”, ¿y qué?

Siguiendo el espíritu cartesiano de no dar nada por sentado, la Universidad de East Anglia ha impulsado este estudio que confirma el uso universal de los determinantes “this” and “that”. La reseña para la revista Mapping Ignorance.

La primera palabra del Preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos es “We”, un pronombre personal perteneciente a la categoría de palabras funcionales y, como tal, ambigua, razón por la que inmediatamente a continuación y para aclarar a quiénes se referían, los Padres Fundadores añadieron: “the People of the United States,[…]”. Las palabras funcionales ―determinantes, conjunciones, preposiciones, pronombres, verbos auxiliares, modales, calificativos y preguntas― son aquellas que proporcionan coherencia sintáctica a un enunciado y a diferencia de las palabras de contenido ―nombres, verbos, adjetivos, adverbios―, su número permanece (casi) invariable a lo largo del tiempo. La razón de su ambigüedad es que apenas portan carga semántica, hasta tal punto que su abuso puede llegar a ser un obstáculo en la comunicación, en lugar de una ayuda. Sin embargo, constituyen el 60% de las palabras que utilizamos, aun cuando las palabras funcionales suman, en conjunto, tan solo el 1% de todas las que conocemos (Pennebaker, J., 2011). Son cifras que dan buena idea de su relevancia en el proceso comunicativo.

Encontramos, por lo tanto, palabras funcionales en todos los idiomas y, dado que, en la mayoría de los casos, realizan las mismas tareas se emplean de manera similar. Un buen ejemplo son los demostrativos, que utilizamos para designar objetos o personas en función de la cercanía al hablante y, mientras que en idiomas como euskera o español existen tres (‘hau’/‘esto’, ‘hori’/‘eso’, ‘hura’/‘aquello’), en otros como danés, nepalí o inglés constituyen un sistema binario (in English: ‘this’ and ‘that’). Debido a su inherente y ya mencionada ambigüedad, van casi siempre acompañadas de un gesto o de un sustantivo/adjetivo. Sin embargo, son extremadamente útiles, pues todos necesitamos en algún momento señalar algo o alguien a nuestro interlocutor. Por esta razón, estos dos demostrativos, ‘this’ and ‘that’, son, junto con ‘mama’, las primeras palabras que aprenden los niños cuando están empezando a hablar (Clark, E.V, 1978; Diessel, H, & Monakhov, S., 2023). Se trata, por lo tanto, de palabras bien conocidas por gramáticos y lingüistas —y por todos nosotros, de hecho— desde hace tiempo. Por esta razón, podría pensarse que un trabajo orientado a verificar si en todas las lenguas existen estos demostrativos y se utilizan de igual forma, sería redundante y por lo tanto innecesario. Y sin embargo, esto es lo que ha llevado a cabo un equipo internacional integrado por casi medio centenar de lingüistas, neurocientíficos y psicólogos y dirigido desde la Universidad de East Anglia, in Norwich, Inglaterra. En total, los investigadores han estudiado el uso que más de 1000 hablantes, de 29 idiomas diferentes, hacen de estas dos palabras. El enfoque de dicho trabajo publicado en Nature Human Behaviour (2023), tal y como su título indica, está dirigido a verificar si las restricciones o limitaciones que la distribución espacial impone al lenguaje pueden considerarse universales. Para ello han examinado las circunstancias en las que los hablantes de idiomas de orígenes tan diversos como noruego, mandarín, árabe, español, euskera, yucateco, alemán, inglés o danés, entre otros, hacen uso de estas palabras.

En esencia los resultados de este estudio muestran que en todos los casos, la distancia relativa al hablante es el factor espacial crucial a la hora de elegir uno u otro término y que todos los hablantes utilizan estos demostrativos de manera similar: ‘this’ para referirse a objetos o personas que se encuentran en las inmediaciones o al alcance del hablante y ‘that’ para objetos o personas situados cerca del interlocutor. Cabe señalar que en tanto en euskera como en español, el tercer demostrativo (‘hura’/’aquello’) refiere a objetos o personas alejados tanto del hablante como del interlocutor, aunque un entorno lingüístico en el que se utilicen solo dos términos puede inducir a los hablantes bilingües a modificar su utilización de estos determinantes (Vulchanova, M., Guijarro-Fuentes, P., Collier, J. & Vulchanov, V., 2020). Dichos resultados contribuyen a soportar la teoría de que la adquisición del lenguaje evoluciona desde las referencias situadas en el entorno físico del hablante, hasta aquellas otras que se encuentran fuera de dicho entorno, para pasar por fin a una comunicación puramente simbólica (Tomasello, M., 2008). Los demostrativos, por tanto y de acuerdo a sus conclusiones, son los elementos lingüísticos de mayor importancia a la hora de establecer vínculos entre el lenguaje y el entorno físico de los hablantes y su universalidad apunta “a su uso como apoyo de los gestos, tanto en el aprendizaje, como en la evolución del lenguaje”. Los investigadores han destacado, así mismo, el peso que el elevado número de sujetos participantes en el trabajo aporta a sus conclusiones, a diferencia de lo que en ocasiones ha venido sucediendo con estudios antropológicos sobre el tema, que se apoyaban en muestras de hablantes mucho más reducidas.

Con respecto a la herramienta estadística utilizada, el equipo ha recurrido a G*Power (versión 3.1) y las pruebas experimentales siguieron el ‘método del juego memorístico’ (Gudde, H. B.; Griffths, D.; Coventry, K. R., 2018), diseñado para examinar las relaciones que se establecen entre lenguaje, memoria espacial y percepción de los objetos: los participantes realizan las pruebas bajo estrictas y condiciones, aunque sin ser conscientes de que se están recogiendo datos sobre el uso que hacen del lenguaje. En cuanto a posibles nuevos trabajos en esta línea, los investigadores consideran la posibilidad de estudiar otras variables que pudieran afectar a la elección de un demostrativo u otro, como pueden ser la visibilidad, propiedad, familiaridad o la dirección de la mirada del hablante y de su interlocutor.

Tal vez, la aportación más significativa de este estudio se encuentre en su contribución a soportar con evidencias empíricas aquellos conocimientos y teorías que, tal y como los investigadores indican en su ensayo, están “basadas en intuiciones lingüísticas a partir de un pequeño número de informantes, algo que limita su validez”. Identificar aquellas generalizaciones que afectan a varios idiomas requiere la aplicación de una sólida metodología estadística, que permita separar las variaciones entre diferentes lenguas. De no ser por este pequeño pero relevante aporte, bien podríamos decir que tenemos entre las manos un excelente candidato a los Premios Ig Nobel del próximo año.

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‘Spatial communication systems across languages reflect universal action constraints.’ Nature Human Behaviour (2023). DOI: https://doi.org/10.1038/s41562-023-01697-4

Diessel, H. & Monakhov, S. Acquisition of demonstratives in cross-linguistic perspective. J. Child Lang. 50, 922–953 (2023).

Clark, E. V. in Human Growth and Development (eds Bruner, J. S. & Garton, A.) 85–120 (Oxford Univ. Press, 1978).

Tomasello, M. Origins of Human Communication (MIT Press, 2008).

Spranger, M. & Steels, L. Discovering communication through ontogenetic ritualisation. In 4th Joint IEEE International Conference on Development and Learning and on Epigenetic Robotics 14–19 (IEEE, 2014).

Vulchanova, M., Guijarro-Fuentes, P., Collier, J. & Vulchanov, V. Shrinking your deictic system: How far can you go? Front. Psychol. Lang. Sci. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.575497 (2020).

‘The (Spatial) Memory Game: Testing the Relationship Between Spatial Language, Object Knowledge, and Spatial Cognition’ (2018). Gudde, H. B.; Griffths, D.; Coventry, K. R. National Library of Medicine.  DOI: 10.3791/56495

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